Cada época, se encuentra inmerso dentro del espacio-tiempo, y la sucesión de acontecimientos nos marca y corrige irremediablemente en la percepción de lo que supuestamente es nuestra realidad, en relación con la composición metafisica de nuestro ser.
La vida es una sucesión de paradojas cautivas del tiempo, cuyo rehen es la conciencia. Una de las principales virtudes de la conciencia es poder tener una curiosidad omnimoda e ilimitada dentro del tiempo,(el pensamiento), que provoca una infinitud de reflexiones. Dichas reflexiones seran algunas veces más acertadas que otras, pero se encuentran enmarcadas dentro de lo que supuestamente imponen las sociedades. De está imposición se halla la inadaptación del ser, para convertirse en un inadaptado social, con una condición humana que choca frontalmente con la irrealidad superficial de la sociedad.
Nos dicen que es lo que hay que creer, como, en que medida, con que intensidad y de que forma, lo que induce a la conciencia a su propia autodestrucción.
Ese grado de desintegración no se da de la misma forma ni es equitativo en todas las entidades materiales e inmateriales, por lo que su infinitud se convierte en valvula de escape del propio ser y en esa escapatoria de la realidad social, dentro de un periodo de tiempo, conforma la lokura.
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